Altares


Publicado en el periódico kioSco nº86, noviembre 2012.

Bun Alonso



Los muertos del sexenio (con un resucitado)


Éste es el escenario mexicano que yo, al menos, alcanzo a avizorar: Enrique Peña Nieto como una extensión de intereses económicos privados extranjeros; Felipe Calderón como una extensión de Washington; la supuesta lucha frontal contra el narco como una extensión de un Estado autoritario; y el 2 de noviembre como una extensión de Halloween, y viceversa. 


No conformes con que la mayoría de los mexicanos solemos optar por la cultura extranjera —principalmente por la de Estados Unidos— ante la local, el gobierno parece hacer lo mismo, desembocando en algo así como “Malinchismo de Estado”.A 6 años de la farsa emprendida como “estrategia gubernamental contra el narcotráfico” por Felipe Calderón, hoy es mayor el territorio controlado por criminales, mayores los homicidios, los secuestros, las extorsiones, las viudas, los huérfanos, y mayor también la población mexicana que vive con miedo, que vive su Día de muertos y su Halloween constante.

Estamos a 1 mes de que el actual espurio deje la silla presidencial, llena de sangre, para dar paso a otro espurio que carga con su propia sangre ajena y que espera fundirla con la del sexenio que sale. Lo que dará como resultado —no hace falta ser un practicante de las artes proféticas para saberlo— un mandato como una masa amorfa sanguinolenta.

¿Cuántos muertos deja este sexenio? El gobierno panista siempre, por supuesto, se negará a dar cifras correctas. Y las cifras que da las justifica diciendo que en su mayoría eran “criminales”. La verdad es que Felipe Calderón quisiera que nos olvidáramos de ellos al momento de ser arrojados a las fosas comunes. Su equivocación es tan grande como el presupuesto invertido en su “Estela de luz”. 



 ¿Y por qué no asegurar que todos los caídos en este “combate frontal” han sido narcotraficantes, sicarios? Porque sería ignorar a los más de 4 mil niños asesinados1, producto del fuego cruzado; a las más de 71 mil ejecuciones que arrojó una investigación del semanario Zeta2.


También sería ignorar que existe una técnica para colocar criminales en donde no los hay. Se trata de los “falsos positivos”, o de cómo el Ejército Mexicano, respaldado por la Secretaría de Defensa Nacional (SEDENA), asesina a civiles inocentes, o éstos mueren en un fuego cruzado, para después hacerlos pasar como supuestos sicarios caídos en combate armado. Pero esta técnica no es propia del gobierno mexicano; ya desde el 2005 en Colombia el ejército de ese país asesinó a civiles con el fin de hacerlos pasar como guerrilleros de las FARC. Lo que vemos en México es una calca de la “cultura militar” de Colombia. 


Para registrar una denuncia respecto al tema: la revista Contralínea en octubre del presente año, publicó un reportaje en el cual se menciona que en la Sierra de Guerrero elementos de un Batallón de Infantería sacaron de una fiesta familiar a 6 jóvenes que después aparecieron asesinados en un paraje y que fueron presentados por la SEDENA como sicarios3.


Por supuesto que el gobierno del calderonato no se ha quedado quieto ante estas situaciones, y lo que ha hecho es maquillar su imagen. A finales de agosto de este año, el centro de análisis e investigación Fundar reveló que Felipe Calderón gastó 20 mil 501 millones 987 mil pesos en publicidad y propaganda. 40% más que Vicente Fox y superior a lo que utilizan los gobiernos de Canadá, España y Argentina4.

Este 1º y 2º de noviembre, días de muertos, ¿nos alcanzará el tiempo para levantar tantos y tantos altares? Y cómo podremos hacerlo si aún sigue el espanto de un día de brujas que ya duró mucho. Y es que el gobierno actual inclina su preferencia por la costumbre extranjera de Halloween al tener encajado a México en un terror constante, con convictos que salen por las noches disfrazados de narcotraficantes o de policías, de civiles disfrazados de sicarios o de “daños colaterales”, o de muertos vivientes, como ya lo veremos.

Y en lo que al parecer es una pelea entre los dos sexenios panistas por ver cuál fue el más desastrado, el vencedor indiscutible es el del malogrado y saliente presidente Felipe Calderón. Además de que su sexenio se encontró lleno de sangre también estuvo lleno de montajes hollywoodenses —otra muestra de malinchismo— principalmente a cargo del titular de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP): Genaro García Luna. El más reciente es el supuesto abatimiento de Heriberto Lazcano alías “El Lazca”, líder del cartel de “Los Zetas”, por La Marina en Coahuila. Días después el cuerpo desapareció; fue raptado de la funeraria por un comando armado, dicen las fuentes oficiales. ¿Importante cadáver de un líder criminal desaparecido? ¿No le suena un poco a discurso usado por los Estados Unidos con un tal Osama Bin Laden? Más malinchismo por parte del Estado.

“Haiga sido como haiga sido” el gran líder del narco fue abatido, aunque su supuesto cadáver se haya esfumado. Sin duda, Felipe Calderón resultó más tonto que Vicente Fox, por lo menos a éste último se le escapaban vivos. Reza ya un dicho popular.

Mientras tanto, en redes sociales los usuarios no desaprovecharon tal chascarrillo de nuestro gobierno federal para enseguida inventarse chistes al respecto, como desear que el abatido hubiera sido no “El Lazca” sino “El Lazcarraga”, en alusión al magnate de Televisa, lo que nos lleva a este otro tema:  


Televisa, un mal año pero con presidente bien peinado



¿Bajo qué parámetros podemos calificar a este año 2012 como “malo” para Televisa?  


Debido a las acusaciones de favoritismo político hacia Peña Nieto, el periódico británico The Guardian publicó unas semanas antes de las elecciones presidenciales un artículo en el cual decía: “Según unos documentos vistos por the Guardian, la cadena de televisión más grande de México vendió presuntamente a importantes políticos un tratamiento informativo favorable en sus noticieros y shows principales y usó los mismos programas para desacreditar a un líder de izquierda.”5


El impacto internacional fue tal que Televisa se vio obligada a responder, por supuesto, con un rechazo a esos señalamientos.


Otro golpe, esta vez en el ámbito de la audiencia, se dio por los bajos ratings que tuvieron sus transmisiones de los Juegos Olímpicos 2012 en Londres. Mismo efecto que también se dio en la programación de Tv Azteca. Además los conductores Antonio de Valdés, Javier Alarcón y Miguel Gurwitz tuvieron que lidiar con aproximadamente una docena de manifestantes mexicanos que interrumpieron una grabación afuera de un estadio de futbol. Los manifestantes hicieron presencia con pancartas al mismo tiempo en que gritaban consignas en contra de la televisora y del entonces candidato del PRI (y de Televisa) Peña Nieto.     


Además previo al inicio de estos Juegos Olímpicos, el 26 de julio por la noche, se llevó a cabo una toma simbólica a las instalaciones de Televisa Chapultepec, en donde participaron integrantes del movimiento Yo soy 132, el Frente Popular en Defensa de la Tierra, el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), y demás organizaciones civiles. El cerco duró 24 horas y captó la atención de varios periódicos del mundo: de Inglaterra, España, Perú, Chile, etcétera.


Pero allí no queda todo. Televisa ha tenido otro golpeteo mediático internacional. Pues el 20 de agosto fueron detenidos en Nicaragua 18 mexicanos que viajaban en 6 camionetas con el logotipo de Televisa; llevaban más de 9 millones de dólares y rastros de cocaína. Ahora están acusados de lavado de dinero, delincuencia organizada y tráfico de estupefacientes. Las 6 unidades, se ha comprobado, están registradas a nombre de Televisa. La empresa se ha deslindado de todo, tal como lo hace Peña Nieto. Aun así, se encuentra metida en un lío no del todo fácil.

Bajo este contexto es que podemos entender que este año no ha sido uno de los más sonrientes para Televisa. Seguramente sus altos ejecutivos y socios siguen con sus sueldazos y sus millones guardados en bancos, y los periodistas que allí laboran, la mayoría, siguen practicando el mismo periodismo servil que suelen hacer, y los contenidos siguen siendo de baja calidad. Y sin embargo su programación ya no es la única opción de información y de entretenimiento, ya van sintiendo la presión social de una población que poco a poco va eligiendo por sí misma qué información consumir. Televisa se encuentra en su momento de menor credibilidad.

La prueba de si las protestas y la presión social habrán surgido algún efecto en la población, vendrá en diciembre con el Teletón, ese fraude que prostituye la lástima y utiliza el sentimentalismo chantajista, para evitar pagar impuestos. Esperemos que la gente logre asimilar que dicho evento no es de ninguna manera un acto altruista, que la empresa tiene el dinero suficiente para crear estos centros de ayuda sin la necesidad de recurrir a donaciones. El altruismo saldría del bolsillo de uno mismo, no del ajeno.

En un pensamiento muy utópico no estaría de más que este noviembre también le pusiéramos su altar de muertos a Televisa. Ya va siendo hora.  








Notas:









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