¿A qué hora se muere el papa?



Sábado, 1 de marzo de 2025.


Desde que el papa Francisco entró a hospitalización el 14 de febrero por una bronquitis, en el trabajo nos la hemos pasado preguntando: ¿ya se murió el papa?  ¿Para qué tipo de trabajo la muerte de un pontífice es tan relevante como para pensar todo el día en eso? Fácil. Para el periodismo. Desde hace unos meses soy editor en un periódico. Por lo que la muerte de un personaje de esa investidura implicaría mucho. 


En estas dos semanas de estira y afloja con la salud del papa, algunos días me ha tocado editar la sección internacional. La preocupación, primero, fue leve. Al siguiente día seguía hospitalizado pero los médicos le habían recetado “reposos absoluto”. Días después presentaba “un cuadro clínico complejo”. Luego el Vaticano decía que su salud mejoraba, para al día siguiente comunicar que sufría de neumonía en los dos pulmones (en realidad en un pulmón y medio, pues desde joven le extrajeron la mitad de uno). Y entonces ¡el papa estaba grave! Pero luego mejoraba de nuevo y hasta se daba el lujo de trabajar desde la cama. 


A la semana de estar internado, su equipo médico dijo algo tan críptico como esto: que la infección respiratoria del papa no ponía en riesgo su vida, aunque el pontífice no estaba fuera de peligro. Y entonces los medios empezaron a preguntarse si podría renunciar e incluso hubo algunos que comenzaban a sondear quiénes serían los posibles sucesores. Así nos enteramos que el próximo papa podría ser mexicano. Cosa que dios nos guarde que suceda, pues tendríamos que soportar un exacerbado patriotismo rancio, de ese que tanto les gusta, y no ando soportando.


Ayer la novedad fue que había sufrido un ataque de tos e inhalado su propio vómito, lo que suscitó varios chistes en la oficina.


No es común que alguien ande esperando la muerte de otro con reloj en mano. O que ciertas horas sean más propicias para morir. Pero en el caso del papa Francisco, y por razones meramente laborales de uno, sí que hay horas más adecuadas para fallecer. Por ejemplo, si sus pulmones colapsan a eso de las 10 de la noche en adelante (hora de México) nos metería en graves problemas, pues habría que cambiar la mayoría de la edición que a esa hora ya estaría por cerrar y por mandarse a prensa, para armar un especial de ocho o 10 páginas con todos los pormenores de su muerte, un perfil de su vida, lo más destacado de su papado, y etcétera. Y entonces terminaríamos de trabajar como a eso de las dos de la mañana. 


Pero, en cambio, si su corazón decide detenerse a eso de las siete de la noche, igual nos metería en problemas, pero ya no tan graves. Nos dejaría con un margen más amplio de acción para armar el especial de su vida y muerte. 


Y si muere de mañana, al amanecer o incluso a mediodía, todo marcharía de maravilla. Pues llegaríamos a las cuatro de la tarde al periódico, como de costumbre, y ya todo el especial estaría escrito. Sólo tendríamos que editarlo y nuestras ediciones llegarían a prensa listas para imprimirse a la hora de siempre. 


O, incluso, hay una mejor opción: que muera el jueves o domingo. Que son los días que descanso, así ya no tendría que preocuparme por nada.


Por eso, ¿a qué hora se muere el papa?


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