Mujeres periodistas en la Revolución mexicana

Publicado en el periódico kioSco nº88, enero 2013.

 


Bun Alonso



La presente exposición es un compendio de los siguientes textos:
• El libro “Espejismos de papel. La realidad periodística”, coordinadora Lourdes Romero. UNAM. México 2006.
• “Fotos desde la trinchera: revolucionarias, más allá de las adelitas”, por Ana Cecilia Méndez. Artículo publicado en la sección De10.mx de El Universal, el 21 de diciembre de 2010.
• La ponencia “Presencia y participación femenina en los periódicos de la Revolución mexicana”, por Elvira Hernández Carballido y Sandra Flores Guevara. Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.



El papel de las mujeres mexicanas durante la Revolución no se limitó solamente a ser soldaderas, también llamadas adelitas, es decir, esas acompañantes del soldado federal o del revolucionario, al cual tenían que curar de sus heridas de combate, prepararle la comida, además de cubrir otras tareas esenciales surgidas como parte de la guerra. También estuvieron empuñando la pluma en defensa de ideales revolucionarios de la época y luchando desde sus trincheras impresas por la reivindicación de su función en la sociedad.


Brindar la visibilidad que siempre se han merecido es el objetivo de este breve repaso por la presencia femenina en la prensa revolucionaria. Debido a que su participación era mínima y muy esporádica, las mujeres optaron por fundar sus propios medios.


Tal es el caso de Vésper, periódico antiporfirista cuya vida fue de 1901 a 1911, teniendo una última etapa en 1932. A la fundadora, Juana Belén Gutiérrez de Mendoza, no le temblaba la pluma a la hora de criticar a Porfirio Díaz: “El General Díaz lo sacrifica todo a la ambición de reinar…el tesoro nacional se derrocha en canonjías para asegurar lacayos mediante un buen salario... El presidente necesita prestigio en el extranjero y se lo procura como los fanfarrones de barrio, derrochando en superfluidades lo que no tienen para cubrir necesidades.”


Vésper comenzó circulando en el estado de Guanajuato, pero debido a la represión por parte del régimen Juana Gutiérrez decidió trasladarse a la ciudad de México, en donde siguió con su labor.


Elisa Acuña y Rosetti, nacida en el estado de Hidalgo, antes de fundar su propio periódico escribía artículos para el Excelsior de Veracruz, en donde atacaba al gobierno porfirista. En 1904 fue recluida en la cárcel Belén, ubicada en la ciudad de México, y allí conoció a Juana Belén Gutiérrez. Ambas libres de prisión, crearon Fiat Lux, una publicación de corte socialista. En 1910 Acuña y Rosetti funda La Guillotina y para 1914 establece relaciones con Emiliano Zapata.


En 1917 aparece El Altruista, fundado por Fidelia Brindis, quien luchó por la liberación de la mujer y promovió la concientización entre el obrero y el campesino. Sus ideales revolucionarios la llevaron a defender la condición feminista. Fidelia escribía: “El feminismo mexicano no pretende desbancar al hombre, sino colocarse dignamente a su lado”.


Por otra parte, la poeta y periodista María Andrea Villarreal no fundó ninguna publicación, pero sí escribió para algunos periódicos, como lo son Regeneración, El Hijo del Ahuizote y El Nieto del Ahuizote, junto a los hermanos Flores Magón.


Diario el Hogar representó un espacio en donde las mujeres manifestaban su interés en la política nacional, significando esto una emancipación de los temas del ámbito doméstico, a los que las tenían arrinconadas otros diarios. Dio lugar en sus páginas a movimientos de mujeres obreras; por ejemplo, a finales de 1911 publicó una crónica de la huelga organizada por las telefonistas de la Empresa Ericson.


Entre una de las colaboradoras de este diario se encuentra Dolores Jiménez y Muro, originaria de Aguascalientes, quien fuera una de las redactoras del Plan político-social de la Sierra de Guerrero del 18 de marzo de 1911, en donde se desconocía la dictadura de Díaz y a cambio se exigía el voto libre y la no relección; este documento es un antecedente del Plan de Ayala promulgado por Emiliano Zapata el 28 de noviembre del mismo año. En 1913 Jiménez y Muro funda La Voz de Juárez, una publicación con perspectiva zapatista; dura sólo un año en circulación debido a la censura por parte del gobierno de Victoriano Huerta.


Otro medio que apoyaba la causa zapatista fue El Renovador, de José Ma. Bonilla, entre cuyos colaboradores destacó María Arias por sus críticas al huertismo.  Merece singular mención María Hernández Zarco, quien se hizo notable porque en 1913, cuando diversas imprentas se negaron a imprimir el discurso del senador por el estado de Chiapas Belisario Domínguez en donde condenaba el régimen de Huerta, ella lo hizo a escondidas en el taller de Adolfo Montes de Oca, en donde trabajaba. Domínguez al pronunciar este discurso en la sesión del Senado del 29 de septiembre, finaliza con las siguientes palabras: “Aquí termina la nota, señores senadores, y me es muy grato manifestar a ustedes que ya hubo quien imprimiera este discurso. He aquí algunos ejemplares. ¿Queréis saber quién los imprimió? Voy a decíroslo para honra y gloria de la mujer mexicana: ¡los imprimió UNA SEÑORITA!” (1)


Antes de trabajar en la imprenta, María Hernández escribía para el periódico El Reformador, y antes también para El Correo Francés y para La Voz de México.


Las mujeres en la prensa no sólo representaron su papel como sujeto histórico con derecho a participar activamente en la política, sino también demostraron su capacidad para emanciparse económicamente del varón por medio del estudio y del trabajo.



Nota:

1.- http://www.inehrm.gob.mx/pdf/documento_belisario1.pdf


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