Publicado en el periódico kioSco nº87, diciembre 2012.
Bun
Alonso
La
política electorera se realiza con un fuerte acaparamiento de colonias y ejidos
dando dádivas a sus habitantes, permaneciendo con las clases populares; mas la
manera en que captan y refuerzan otras capas de la población es mediante la
compra de espacios en medios de comunicación disfrazados de reportajes o de
cualquier otro género periodístico. La contundencia de esta política mediática
no es posible ponerla en estos momentos en duda.
Dice el periodista Jenaro Villamil, acerca del tema, que el movimiento Yo soy 132 plantea con toda simpleza: si no se democratiza el régimen de medios de comunicación, no se va a democratizar el sistema político.
Dice el periodista Jenaro Villamil, acerca del tema, que el movimiento Yo soy 132 plantea con toda simpleza: si no se democratiza el régimen de medios de comunicación, no se va a democratizar el sistema político.
¿Pero en manos de quién está el régimen de los medios? En manos de los poderosos, de la burguesía. Al parecer, el orden de los factores está modificado y aquí sí alteran el producto. Como los medios están en manos de la clase alta y ésta a su vez tiene el poder político, no va a realizar ningún intento profundo por democratizarlos; para esto es necesario sustraerles dicho poder. El pueblo toma el poder político y democratiza los medios.
Considero un error exigirle al Estado que haga algo para entonces sí empezar a construir. Hay que emprender la construcción e irrumpir en el sistema.
Por esto es que se vuelve necesario que Yo soy 132 vaya creando sus propios medios de comunicación, y que no esté dependiendo de los espacios brindados por los oficialistas ni por el escaso perímetro que abarcan los medios digitales.
Actualmente dicho movimiento está en los titulares nacionales pero luego desaparecen. De esta manera no podrán hacerse entender con la población, pues, tomando como ejemplo sus apariciones en televisión, ésta sólo presenta imágenes pero anula los conceptos y con ello la capacidad de entender. Aunque antes de dar este paso, deben entenderse a sí mismos.
Sé del esfuerzo que han estado realizando en el Distrito Federal una parte de este movimiento para editar un periódico llamado Derecho de Réplica. Aparece quincenalmente y está por publicarse el quinto número. Lo distribuyen en las calles, pidiendo una cooperación voluntaria a cambio, para de esta forma financiar su publicación. También recuerdo que durante el congreso estatal de Coahuila de Yo soy 132, cuya sede fue Torreón y al cual asistí, la célula de Durango mostró una especie de tabloide informativo.
El par de ejemplos anteriores debería expandirse por todas las asambleas existentes del 132; pero no deben olvidarse de abarcar otros espacios, para lo cual ayudaría la creación de radios comunitarias.
Las protestas en la calle están condenadas a volverse un signo de malestar para las personas, y para agudizar este punto está el poder de los consorcios de la información. Por ejemplo, el 5 de noviembre el periódico El Mexicano encabezó una de sus notas de la siguiente manera: Vandaliza 'Yo Soy 132' el monumento1. Cuando en realidad sólo colocaron una playera con su logotipo en el Monumento a Juárez, de ciudad Juárez, Chihuahua. Otra más de sus tantas acciones simbólicas que, sin embargo, es presentada por los medios más conservadores como radical. Y es que El Mexicano pertenece a la Organización Editorial Mexicana (OEM), una empresa con más de 70 periódicos en el país, cuyo dueño fundador es Mario Vázquez Raña, conocido amigo de Enrique Peña Nieto.
Sin embargo, pese a que los integrantes del 132 no han planeado y organizado dichos medios alternativos, se han dado el lujo de cometer algunas acciones poco afortunadas. Aunque ésta primera que voy a mencionar no se le puede colectivizar, sino más bien particularizar, eso no significa que el impacto negativo no haya sido de consideración.
En el mes de octubre se estrenó por el canal Foro TV, de Televisa, un programa llamado Sin Filtro, en donde alrededor de una mesa redonda un puñado de estudiantes debatían, calurosamente y muy animados, el futuro de México. Uno de los participantes es Antonio Attolini, quien fuera vocero de Yo Soy 132 ITAM. De inmediato la asamblea de esta universidad se deslindó de él, quitándole su cargo, por ser ahora un miembro de la empresa televisiva a la que tanto han criticado. Attolini, previsiblemente, argumentó que lo hizo para criticar a la empresa desde adentro. ¿Pero cómo te vas a meter a jugar en un campo en donde el rival es experto?
El pasado noviembre en la Universidad Iberoamericana, misma en donde dio inicio esta organización, fue presentado el libro #YoSoy132. Voces del movimiento, en el que se reúnen testimonios de participantes directos y de personas allegadas. ¿Por qué invertir en la publicación de un libro y no en una publicación periódica? Además cuál es la necesidad de protagonismo y de darse un papel importante como si estuvieran seguros de que la historia los fuera a favorecer. Es una idea que hay que sepultar. No he leído el libro, sólo el primer capítulo2, pero se nota que es una especie de autolinsonjería, donde los involucrados cuentan las “dificultades y sacrificios” que conlleva ser un 132. Parece que se enamoran de ellos mismos.
Durante la presentación el periodista Luis Hernández Navarro mencionó que era un documento histórico, porque habla de un movimiento que llegó para quedarse. Pero no debe llegar y quedarse, sino moverse; paradójicamente al concepto establecido de fijarse y echar raíces, debe moverse y al mismo tiempo echarlas. Y lo hará desde el momento en que tengan planes a largo plazo y organización, esto implica identificar al enemigo claramente.
Lo anterior siempre ha sido el problema del 132. A la par que es urgente la creación de sus propios medios lo es, también, la definición de su posición política; e incluso lo segundo es más importante que lo primero, pues de esto emanarán los objetivos de sus medios informativos. A esto me refería anteriormente con “entenderse a sí mismos”.
La contradicción existente es que son anticapitalistas pero aún no se han enterado. Y la indefinición es tan grande que, volviendo a mi experiencia en el congreso estatal, un vocero perteneciente al movimiento de Acuña, Coahuila, se declaró de derecha. Lo inestable radica en que seguramente hay más participantes con esa inclinación dentro de un movimiento que por naturaleza tira hacia la izquierda.
Si alguna célula del 132 ya está trabajando en procrear sus medios informativos, éstos deben proyectar su posición y sus planes estratégicos. Ser críticos al sistema pero proponiendo alternativa. Se corre el riesgo de quedarse en el puro nivel de “críticos” y hacer, por tanto, política parasitaria. En un movimiento como éste, en que el poder reside ahora más que nada en la fama de su logotipo, es muy importante que vayan proponiendo alternativa a un actual sistema que se la pasa entrando en crisis y que así seguirá siempre y cuando no se le presente otro camino.
Sus propios medios también deberán despojarse de ese carácter estudiantil con que se les ha tildado, y adoptar el de movimiento social.
Deberán abandonar esa idea de “atacar desde adentro”, y alejarse lo más posible del sistema; pero para esto es importante el refuerzo del punto anterior mencionado. Como estudiantes forjados en un esquema educativo mediocre, están muy ligados a reproducir y consolidar un estilo de vida capitalista. Si este estilo permea en sus medios informativos, sólo estarán apelando a hacer un sistema “menos malo”.
Es preciso que sus medios respondan a intereses de las clases populares y no como los actuales que dominan la mayor parte de la opinión de los mexicanos, obedeciendo a intereses de clase, la privilegiada.
Notas:
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