Publicado en: Periódico kioSco nº126, junio 2016. | Y en CultoGrama.
Bun
Alonso
La
mayoría de los dueños y editores de los medios de comunicación de hoy
pertenecen a la especie que piensan que los lectores ya no leen. Y entonces han
seguido la tendencia de viralizar. De publicar imágenes y videos de escotes,
caídas, perritos bailando, el último descuido de la famosa o famoso de moda. De
difundir todo lo que se vuelva viral. Porque han descubierto que la palabra no
muestra, sino sugiere, insinúa (y ahí se
encuentra su poder). Y que lo de hoy (lo que importa) es mostrar. No importan
los contenidos. Importan sus efectos. Importa acumular clics y deditos con
pulgares arriba.
Veamos. En El Siglo de Torreón se
publica: “Bárbara Mori será una sensual abuela”. “Celebra Belinda sus cuatro
millones de seguidores”. “Regalo para su 'profe' se hace viral”. “'Rapunzel
rusa' enamora a Instagram”.
Mientras que en Vanguardia (diario de
la ciudad de Saltillo): “Aseguran que ya se filtró un video sexual de Kylie
Jenner y Tyga”. “La emotiva reunión de un hombre con su perro, al que tuvo que
abandonar años atrás (video)”. “Kim Kardashian se hizo prueba de embarazo a
bordo de un avión”. “Celebra el Día del Mercadólogo con humor” (una nota cuyo
mérito fue coleccionar memes encontrados en redes sociales sobre mercadólogos).
“Noquea a amante de su esposa tras descubrir infidelidad (VIDEO)”.
Ahora, gracias a nuevas tecnologías,
se puede medir el “impacto” que una nota tiene en el público. Y se hace con
base en número de likes, de shares y otros factores. Y por eso, un
día cualquiera también podemos meternos al Facebook de El Siglo de Torreón donde
recopilan las notas más leídas mediante el hashtag
#LoMásLeido. Y entonces veremos que lo que más lee la gente es: “Bella Hadid
'paraliza' el Festival de Cannes”. “Fanática
de futbol arma alboroto en Bélgica” (y todo porque una chica festejó el triunfo de su equipo de futbol en
ropa interior por la calle). “Fanática
enloquece a toda la NBA”.
Esto ya lo ha hecho notar el
periodista argentino Martín Caparrós. Y también, últimamente, ha hablado sobre
otra manera de hacer periodismo ante toda esta tendencia inútil: hacer
periodismo contra el público.
Es decir: contar lo que el público no quiere saber porque nadie le ha ofrecido contárselo antes. O se lo han contado mal. El consejo es no adaptarnos al público porque ello más bien supondría adaptarnos a lo que los medios quieren que ellos consuman. Alejarnos de la tradición del círculo vicioso de la basura: les doy basura, les gusta, me piden más basura, les doy más.
La gente cree que no le interesan
otros temas. Pero en realidad no se han puesto a pensar en otros temas porque
nadie se los ha contado. Porque los periódicos
prefieren hablar de Lady 100 pesos, Lady Infiel y de cuanta Lady se
vayan encontrando en Youtube o en Facebook. Porque el periodismo de hoy mira al
poder. Porque sólo replica boletines oficiales. Porque, como dije al principio,
le importan más los efectos (y por eso los videos de perritos, de gatitos, de
bebés, de hombres o mujeres furiosas. Por eso títulos como “tal famoso/a
‘incendia’ las redes con fotografía”, “fulanito/a tal ‘enloquece’ a sus
seguidores”, “Menganito tal ‘paraliza’ las redes”.
La gente de medios como El Siglo de Torreón y de tantos otros medios de comunicación debería ponerse a hacer las labores por las que recibe un pago: debería ponerse a trabajar, a hacer periodismo.
¿Cuándo alguien dijo que recolectar memes de Facebook y de Twitter y ponerlos como una nota era hacer periodismo?
¿Cuándo
los dueños de los medios y los editores llegaron a la conclusión de que un tuit
de algún famoso y lo que sus seguidores le comenten era digno de ser noticia?
¿Cuándo, que tener 500 mil, un millón, dos, tres, cuatro millones de seguidores en Twitter o en Instagram también lo era?
Todavía me fio de que aún existen aquellos lectores de tiempos remotos que leen. Si no, ¿para qué seguir en esto?
Creo que, como yo, las personas siguen buscando leer buen periodismo, bien contado, que los emocione. Y si no lo encuentran en las publicaciones tradicionales, lo buscarán en otros sitios. Tanto los unos como los otros tal vez no sean muchos, pero tampoco pocos.
Volvamos a contar y a leer historias.
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