Paseo Morelos: antros y alcohol desplazan la cultura

 

Texto publicado en Revista de Coahuila n°305, febrero 2017.

Bun Alonso

Según información oficial, el Paseo Morelos comprende desde la calle González Ortega hasta la calle Zaragoza. Fue inaugurado el 28 de noviembre del año pasado. Desde entonces y antes de su construcción, se ha promocionado como un paseo cultural y comercial para alentar el turismo. A sólo tres meses de su apertura, ¿cuáles son los esfuerzos culturales y comerciales que han prevalecido?


Atrás, en el poniente, las calles a las que el proyecto del Paseo Morelos no llegó siguen estancadas en un tiempo pasado: la carretera cuarteada, pequeños baches, camellones semiderruidos, bolsas de basura que nadie recogió, dos o tres tiendas de música con discos y casetes que no se han vendido en quizás dos décadas, cantinas y en la esquina con la calle Múzquiz un hombre con borrachera permanente rodeado de perros.

Como si hubiera quedado atrapada, la cantina Los Potrillos, frente a la Plaza de Armas, ahora es parte del Paseo Morelos. Antes de que den las nueve de la noche, ya se pueden ver a mujeres embutidas en vestidos ajustados bajar de taxis. Más noche aceptarán bailar a cambio de algunos pesos. Al momento, no hay noticias sobre si el ayuntamiento de Torreón haya solicitado su retiro de esta renovada avenida como lo hizo con las sex shops que se encontraban aquí, con el pretexto de que afectaban la imagen familiar y turística.

Más adelante, dando la espalda al Hotel Río Nazas, el escritor lagunero Jaime Muñoz, micrófono en mano, da una charla. Aproximadamente cuarenta personas lo escuchan hablar acerca de escritores de la región que se han ido a vivir fuera del país.

Un par de cuadras más adelante comienza lo que la administración municipal iniciada por Miguel Riquelme ha publicitado como “la recuperación de la vida nocturna”. Bares, restaurantes. En uno de estos bares llamado Baktún, cerca de sesenta chicos y chicas hacen fila para poder entrar.

En la esquina con calle Jiménez, un chico toca un violín eléctrico con dos bocinas detrás. Recibe algunas monedas en compensación. La última calle antes de llegar a la calzada Colón es donde suele concurrir la mayor cantidad de gente por las noches: es la que tiene más bares y restaurantes. Más de cien jóvenes hacen otra fila para entrar a un bar. El bar es de dos pisos y el letrero que anuncia su nombre es ininteligible: son letras negras, sin luz, colocadas en una pared guinda. Los cadeneros dejan pasar sólo a algunos sin una dinámica en especial en apariencia. La fila avanza poquísimo pero aquí siguen. La noche se les podría consumir formados en una fila.



CULTURA, DAÑOS COLATERALES

Existen esfuerzos independientes culturales como la librería El Astillero, establecida apenas en agosto de 2014.

—A nosotros nos cerraron la calle incluso desde antes de que empezara la construcción del Paseo Morelos por unos hundimientos que hubieron en la Leona Vicario y la Morelos, y otro que estuvo aquí más adelantito, por la misma Morelos.

Dice Fernando de la Vara, uno de los integrantes de esta librería.

—Duró cerrada como tres semanas más o menos en lo que estuvieron arreglando, pero inmediatamente fue cuando empezó con la construcción. Incluso rompieron el pavimento, dejaron solamente un pedazo de banqueta, y simplemente con que los coches no circulen pues ya merma mucho las ventas.

Inicialmente, la planeación del ayuntamiento indicaba que el cierre de calles donde se ubica El Astillero se haría para finales de junio de 2016. Pero cerraron en marzo.

—Fueron muchos meses en los que solamente estuvo roto el pavimento y que no trabajaban, incluso había un armatoste de Telmex que duró aquí mucho tiempo y la excusa por lo que no podían trabajar aquí era porque estaba el camión, creo que es un generador de Telmex, y hasta que no lo moviera Telmex no iban a empezar a trabajar aquí, entonces lo que hicieron fue que se brincaron la calle, seguía aquí destruida y empezaron de la Idelfonso a la Treviño y también del otro lado, de la Ramón Corona a la Leona Vicario.

Dice Fernando, y que ese cierre de calles les ocasionó un descontrol: la gente, por lo general, iba en auto a buscar libros específicos; por esos días, tuvieron que prescindir de esos clientes, además de que la circulación de peatones bajó porque preferían rodear la calle antes que tener que esquivar baches, trozos de banqueta resquebrajada y andar sobre tierra.

—Yo creo que si hablamos de estadísticas, bajó fácil un 80 por ciento las ventas.
Dice Ruth Castro, quien también forma parte de la librería.

—Es decir, de los cuatro meses o más que estuvieron los arreglos fue cuestión de aguantar y mantenerse con nuestro propio dinero, y una de las cosas que tuvimos que hacer fue las ventas de manera externa; también visitamos escuelas o vamos a actividades que son fuera de la librería; tuvimos que buscar mucho más y estar saliendo, pero también, imagínate, no había banqueta ni calle y teníamos que estar todo el tiempo entrando y saliendo, cargando mesas, cargando cajas. Fueron meses muy complicados.

—¿Actualmente se han recuperado? —pregunto.

—Digamos que noviembre y diciembre desde que abrimos siempre han sido buenos meses, pero el que esté terminado el paseo, sí hay que admitirlo, ha hecho que mucha más gente camine por aquí, que además es una temporada del año que no hace tanto calor. Vamos a ver cómo nos va ahora en el verano, y también el hecho de que se vayan rentando más locales y se abran más tiendas, atrae a la gente a esta zona, incluso ahora estamos abriendo los domingos.

Dice Ruth, y que aunque las cosas han ido mejorando, no pueden decir aún que se han recuperado por completo.

En cuanto a la propuesta cultural del Paseo Morelos, Fernando de la Vara opina que no hay ninguna.

—Los eventos que ha hecho el municipio fue solamente cuando lo inauguraron y eran grupos de rock, pero también hubo un tamborazo.

—Desde que estaba como idea o como plan esto de restaurar el centro, yo no vi, y te digo yo no vi porque éramos parte del Consejo Morelos que eran los locatarios de la Morelos y nos reuníamos para, entre otras cosas, ir revisando cómo iba la propuesta de la restauración de la Morelos, y de parte del municipio nunca estuvo ligada a un programa que fuera cultural. Más bien ha sido con fines meramente comerciales.

Dice Ruth, y Fernando finalmente agrega:

—Y creo que más que comerciales, de entretenimiento; hay muchos bares, porque realmente tiendas que ofrezcan alguna otra cosa pues sí está un poco canijo, realmente lo que abunda ahorita mucho es bares.


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El Chanate, un colectivo y taller de artes visuales que se ubica sobre la Morelos, una cuadra antes de La Alameda Zaragoza, es otro de los esfuerzos artísticos que han sido afectados debido a este paseo.
Llegaron hace seis años, se instalaron. La calle estaba oscura por las noches, poco alumbrado, descuidada. Aun así lograron permanecer, hasta este 2017 en que la plusvalía de las propiedades subió por la remodelación de la avenida Morelos: la renta de los locales casi se duplicó.

—Hemos visto cómo se han salido vecinos. Ya se fue el vecino de enfrente de las telas, ya se fue la doctora, ya nos tocó a nosotros, en abril ya nos toca entregar la casa.

Dice Norberto Treviño Morales, coordinador del taller. Norberto no culpa a las autoridades del municipio por el aumento en la renta; si él hubiera sido propietario de un local en esta zona, habría hecho lo mismo, dice.

—Está bien, lo que pasa es que es un exceso de bares.

Dice ahora acerca del paseo, y en cuanto a si existe un proyecto cultural o no, opina que:

Norberto Treviño.
Fotografía de Diana Nápoles
—Pues hay esfuerzos, he visto detallitos de gente que se preocupa, que quieren hacerlo, como incluir cuestiones culturales; hay destellos, incluso del mismo municipio, pero también hay que ver el formato, la forma. Pones exposiciones y no hay luz; las exposiciones de fotografía o de cuadros o de artes visuales y no hay la luz apropiada para apreciar ese trabajo artístico.

En cuanto a los bares que han proliferado, cuenta que ha visitado algunos y que le parece que carecen de buen concepto: el concepto es cobrar caro, dice.

Según piensa Norberto, el cambiarse de local no les perjudicará tanto porque la gente que los visita pertenece a un público muy específico: la compradores de arte en La Laguna son muy pocos. Aunque, de preferencia, no hubieran querido irse:

—Es lamentable irnos porque estábamos muy a gusto, pensábamos que íbamos a disfrutar también el beneficio del arreglo de la avenida Morelos y disfrutar el cambio ahora, pero no nos dio chance de reinventarnos.

Dice, y que cree que, viéndolo a la distancia, estaba mejor antes, cuando pasaban los coches, cuando había estacionamiento y que, a fin de cuentas, sí les afectó este paseo.



ARTE CON SENTIDO SOCIAL Y EL COMERCIO EN EL PASEO

Samuel Kury es integrante de Laguna Adentro, un colectivo cultural independiente formado hace un año. Él, su hermano Elías y Arturo Hinojosa son los principales artífices. Fueron ellos los que organizaron la charla con el escritor Jaime Muñoz en el Paseo Morelos la noche del sábado 18 de febrero. Se trataba de una de sus actividades para propiciar el diálogo abierto.

—¿Por qué este tipo de charlas? Porque las vemos, por ejemplo, en el Museo Arocena, en el museo del Bosque, entonces generalmente es para un público más especializado.

Samuel es optometrista. Maneja una óptica que ha combinado con un concepto de jazz y café ubicada en el Paseo Morelos, frente al Hotel Río Nazas, lugar donde comúnmente hace sus actividades con el colectivo. Antes de que este paseo fuera abierto, ya solían organizar performances en la Plaza Mayor dentro del programa de Moreleando. Dice que el colectivo nació con la idea de hacer arte con sentido social y de vincular a diferentes sectores de la sociedad mediante él.

Aunque ahora sus actividades son costeadas prácticamente del bolsillo de los integrantes, Samuel no descarta que pronto se puedan convertir en una Asociación Civil con la que puedan gestionar recursos.

—Aquí lo interesante del colectivo ha sido ser artistas pero ser autosustentables.

En cuanto al aspecto cultural del paseo, Samuel dice que la cuestión es que no se llene de bares y que esto termine como una “botarga cultural”.

—¿Entonces dónde está la propuesta de un paseo más familiar, de un paseo con eventos culturales?

Se pregunta sin que ninguno de los dos tengamos respuesta.


***
A inicios de febrero, un grupo de comerciantes del Paseo Morelos entregó al ayuntamiento una lista con los principales problemas que han afectado al comercio: falta de sombras, de estacionamientos, señalética confusa, entre otros.

Sin embargo, Aldo Villarreal, presidente del Colegio de Arquitectos, opina que para alentar el comercio no es necesario instalar sombras, sino un arbolado.

—Lo que se requiere no es una infraestructura formal, una infraestructura fija que se vaya deteriorando, tapando edificios.

Dice Aldo, ya que esas estructuras terminarían por lastimar la arquitectura de los negocios y que, en cambio, se debería buscar la plantación de árboles.

—Hay muchos bolardos, señalamientos inútiles que sólo hacen ruido, está más semaforizado que la misma ciudad.

Dice, y que otro factor que ha afectado el comercio es la carencia de un buen proyecto de iluminación.


—Una cosa es echar luz y otra iluminar.

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