Publicado en la gaceta La Grieta del Desierto, órgano informativo del colectivo Los Nadies. Nº04, junio-julio 2013
“Votábamos a los que nos daban asco para evitar a los que nos daban miedo”
Dicho popular
El próximo 7 de julio se llevará a cabo
la jornada electoral en Torreón, Coahuila, Gómez Palacio y Lerdo,
Durango, y mientras que en su afán por vendernos un sistema electoral
limpio y confiable los medios de comunicación nos inundan con
comerciales promoviendo el voto, nosotros nos damos cuenta de la farsa
democrática que significa el IFE. Para percatarnos del falso ejercicio
democrático basta con ver la supuesta alternancia política de las
últimas décadas en estas tres ciudades. En Torreón desde los años 70 se
habían “elegido” a alcaldes priistas, y fue en 1997 en que vino uno
panista, volviendo a gobernar ese partido en un par de ocasiones ya en
la primera década de los 2000. En Lerdo no parece muy diferente la
situación; después de una sucesión de alcaldes priistas es en 1995 en
que llega al poder una alcaldesa panista, y el partido logra repetir en
dos periodos más. Ambas ciudades en la actualidad se encuentran
gobernadas por alcaldes priistas. Pero es en Gómez Palacio donde el voto
de la gente no ha saltado de partido en partido, sino que se ha quedado
en un mismo lugar, pues desde su fundación esta ciudad ha estado en
poder del PRI.
Un grueso de la población lagunera (y
nacional) no ha podido salir de los pares dicotómicos (PRI-PAN). Y no se
trata de salir de ellos y elegir a una tercera, cuarta o quinta opción,
pues eso implicaría continuar dentro del jueguito capitalista y
legitimar a éste mediante el voto, cuya función única es readministrar
los privilegios políticos-empresariales. México cuenta con una derecha
necia y con una izquierda electoral servil, por eso aunque votemos PRD,
PT o Movimiento Ciudadano sólo estaremos optando por capitalismo A o B.
Para muestra la coalición PAN-PT en Durango capital. No podemos seguir
atrincherándonos en una casucha tan débil como lo es el voto, ni tampoco
seguir usando el voto de castigo, el votar a los que nos dan asco por
no votar a los que ya nos dieron miedo. Ir a votar se ha convertido en
un ritual sin sentido, es ir a depositar boletas por un candidato que
nos fue presentado ya cocinado, armado, que fue elegido por otros, por
una elite política de acuerdo a sus intereses. El pueblo mexicano no
elige, sólo vota. Depositamos boletas como confirmando nuestra
sumisión, como dando permiso a los explotadores de que nos exploten. El
político es el mejor amigo del hambre, dicen por allí.
Retomando el epígrafe, el problema es que
ahora los que provocan miedo y los que provocan asco se han fusionado y
ya no se distinguen uno del otro. Entonces, ¿qué queda? Perder el miedo
a salir de esta cárcel del binomio y perder el asco a la política de
abajo, a la popular, porque creemos en la política pero no en ésta. No
votar pero organizarse y luchar, porque una golondrina no hace verano es
necesario salir a las calles, crear lazos de solidaridad con otras
personas.
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