Nos dieron de saber

Publicado en la gaceta La Grieta del Desierto, del Colectivo Los Nadies, número especial 1, septiembre 2013.




Nos dieron de comer, nos dieron medicinas si era necesario, nos dieron cuidados, nos dieron techo y, sobre todo, nos dieron de saber. Esta última expresión se la escuché a un maestro zapatista en el caracol III La Garrucha, aquella tarde del lunes 12 de agosto, primer día de clase. Más tarde ese día nos trasladaron al poblado de donde era originario nuestro votán, el guardián. Mi destino finalmente fue el poblado San Pedro del municipio Ricardo Flores Magón, a dos horas de distancia del centro del caracol (ya previamente habíamos viajado cerca de nueve horas desde San Cristóbal de las Casas hasta el caracol, en una camioneta de redilas, en donde el cansancio y la incomodidad no se comparaban con la enorme alegría de ir conviviendo con compas de otras partes del mundo y de México). Dos cosas comentaré aquí respecto a su organización: la seguridad y la educación.

Mis dos guardianes (ya en el poblado se me asignó otro), mientras trabajábamos con el machete en el monte, me comentaban un poco sobre el proceso de reclutamiento de más compañeros durante los 10 años que estuvieron en clandestinidad. Hablabas con un compañero y le empezabas a meter la idea de a poco, comentaban, no le dabas toda la información porque luego tomaba su trago y andaba diciendo cosas que no debía, por eso, compa, sólo se le decía poquito. El silencio es parte fundamental de su seguridad. Saben muy bien qué pueden hablar y qué no. Lo vimos en nuestra experiencia allá. Nos trataron como a un compa más, pero como a uno nuevo, aún un poco desconocido. Después platicando con más compañeros que también asistieron, supe que no fui el único en atreverme a preguntarles sobre la parte armada del EZ, su guerrilla. Otros más hicieron la misma pregunta y nos topamos con la misma respuesta: de eso no hablan. Y es que el silencio ha sido uno de sus mejores aliados. Cuando se fundó, en 1969, las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN), que fue precisamente la organización padre/madre del EZLN, se hizo con la estrategia de acumular fuerzas en silencio. Desde la semilla dicho elemento ha sido parte importante.

La libertad según los zapatistas se llamó el curso. ¿Y qué es la libertad según ellos y ellas? Podría resumirlo en esto: el poder de autogobernarse, es decir, construir autonomía. Una parte pilar de su autonomía es la educación, su otra educación. Cada poblado tiene su escuela autónoma, en donde se imparten 4 áreas de conocimiento (no materias), que son Historia, Vida y medio, Lengua y Matemáticas. La enseñanza está a cargo de una o un promotor de educación. No hay una evaluación en donde se encasille al alumno en un número calificativo, sino que el niño sube de nivel (son tres) según su avance en el conocimiento teórico y práctico.

Parafraseando una consigna básica zapatista, los pocos días que pasé por aquellos lugares se sintieron en realidad como días en los que cupieron muchos días. Al final, me traje sólo un recuerdo material de allá: una concha de caracol que recogí una tarde en que caminamos como 30 minutos por entre la selva, para llegar a ver al ganado. Con el caracol en mano un compa zapatista me explicó por qué sus regiones se llaman justamente así. Comenzaron desde abajo, desde lo más estrecho, pero conforme avanza el tiempo los zapatistas van abarcando más espacio hasta que, lentos pero seguros, llegará el día en que salgan a la luz, a su libertad, tal como el caracol lo hace en su recorrido dentro de su concha espiral.

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