Calistenia de la tarde


Poema publicado en la revista La Cigarra, no. 4. 



I
Oímos recio el resplandor de la tarde
nos descolgamos la camisa y arrojamos lejos la prenda
fusionamos sudores con la cal amarga de las paredes
y fundamos en el agua el paraíso que no habitamos
Así nada es bueno en esta resolana
con su gran memoria de calle
y todo lo que se ve es incomible
Algo palpita y es la tarde
la gente adelgaza tras de sus casas


II
Por no mamarse el bochorno
de cualquier torva azotea
por no andar entre grietas desérticas
meando levantando el polvo
y meneándome por las estrechuras de los días
quise un rato distraer a este sitio de su fogosidad de edificios
sin embargo afuera se escuchaban gruñidos
algunos como inofensivos y otros
como rencores


III
Qué será de estas calles
sin el tañido de unos pasos
que desmenucen la tarde

La comarca de soles no será
más que un grano de su propio desierto

Comentarios