Def Leppard o el arte de tocar las mismas tres canciones





Miércoles, 22 de enero 2025.

El sábado pasado Grecia y yo fuimos al concierto de Def Leppard en la Feria de León. En realidad, nunca los escuché en mi etapa adolescente y Grecia sí los conocía un poco; por mi parte, sólo sabía de ellos lo que el 90% de la gente sabe: que a su baterista le falta un brazo. Su hermana (de Grecia, no del baterista) logró conseguir un par de los accesos gratuitos y al final nos los obsequió (gracias, Cynthia).

Así que una semana antes me puse a escuchar algo de su discografía, que prácticamente se reduce al álbum Hysteria de 1987 y a los tres discos que le anteceden. Mi rola favorita fue la balada "Love bites". Desconozco si en años recientes (de los dos mil pa acá) han sacado nuevo material, pero parece que no pues su concierto de casi dos horas se limitó a ser un recorrido por los éxitos de antaño.

Llegamos a la velaria aproximadamente media hora antes de que comenzara. Por supuesto, ya estaba todo aperrado y nos quedamos hasta atrás. Habíamos resuelto que no valía la pena llegar temprano a formarse para escuchar un hard rock ya comido por el tiempo (bien pensado cualquier banda que hoy toque hard rock ya es vetusta).

Lo primero a notar es que la banda se mantiene en gran forma. Los integrantes ya rebasan los 60 años y Joe Elliot, el vocalista, sigue desplegando un buen espectáculo a nivel vocal; lo mismo el resto de músicos. Me atrevo a decir que en la actualidad suenan mejor en vivo que Iron Maiden y que otros de la misma calaña.

Pero el asunto es que eso no basta para garantizar un show entretenido. El punto está en la propuesta y su propuesta musical caducó en los ochenta. Por eso asistir a un concierto de este tipo es sólo para rememorar el pasado y eso creo que todos lo sabíamos. Y si ese pasado sigue sonando bien, pues qué mejor, pero tampoco es para tanto.

Como a la cuarta o quinta canción Grecia me dijo que ya era muy monótono el concierto, y era verdad. Ambos coincidimos en que los ritmos de las canciones no variaban mucho. Se sentía como si nos estuvieran recetando una y otra vez la misma canción. El hard rock y las power ballads hace mucho tiempo que llegaron a su límite.

La noche aún podía ir a menos y lo fue cuando, a mitad del concierto, vino el set acústico. A Grecia le pareció que las canciones sonaban a hits pop para adolescentes, yo dije que me sonaban a esas rolitas que aparecen en programas de Nickelodeon de boybands o cosas así.

Por fortuna no duró mucho el set y enseguida la noche se volvió a animar un poco con otra hora de los Def Leppard tocando las mismas tres canciones. En resumidas cuentas, lo disfruté a secas. Una hora y cincuenta minutos es excesivo para una banda como esta. Con sesenta minutos hubiera bastado. Pero es obvio que la raza no se iría contenta con un concierto de esa duración, y menos de una banda que nunca había pisado León y que rompió récord en asistencia en la historia de los conciertos de la feria.



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